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Reflexiones
Por Eduardo Massot

Estuvimos deseando que termine el 2020, un año para recordar, no para olvidar, un año del que tenemos que aprender, y mucho. Ahora, finalizando el primer mes del 2021 me gustaría ser optimista y no perder las esperanzas de que transitemos y finalicemos este año mucho mejor que el 2020.
Pandemia y cuarentena
Estamos esperanzados con la llegada de las vacunas, pero cuesta ser optimistas para el primer semestre del año, más allá del relato. Mediados de año será clave, si no llegamos allí con un porcentaje importante de la población vacunada el comienzo del invierno no será una buena noticia. Lo que sucede en el hemisferio norte da muestra de ello.
Las decisiones políticas, sanitarias y económicas que ha tomado el gobierno han sido tomadas dejando al desnudo la crisis y decadencia argentina. Pero si además le agregamos la ideologización en la toma de algunas decisiones, como por ejemplo la liberación de los presos o la negación de lo que sucede en Formosa –tema que trataré en otras líneas-; la improvisación, con la cuarentena más larga de la humanidad, sin evaluar sus consecuencias sobre las personas y la economía; y los errores en decisiones claves pretendiendo que los trabajadores del sector privado, los autónomos y monotributistas paguemos el costo de la cuarentena, sin achicar el gasto público innecesario en un solo centavo, aumentando a su vez los impuestos para sostener sus salarios y nombramientos; se pronostica un 2021 muy difícil para quienes no vivimos del Estado.
"Los momentos excepcionales exigen medidas excepcionales" (Cafiero) Lo excepcional sería que se bajen sus sueldos y el gasto público ocioso.
Economía
Durante la pandemia se emitió dinero para satisfacer las demandas sociales y no caer en recesión, pero igualmente cayó la actividad económica y el PBI podría caer un 12%. Además, no recibimos créditos de nadie y aún debemos reestructurar la deuda con el FMI y el Club de París.
Resulta increíble que sigamos pensando que una buena cosecha nos puede salvar, aunque sea cierto que resulta ser la única entrada de dólares importantes para el país. El aumento de los precios de las materias primas y comodities puede ayudar, pero no el clima en los cultivos de verano. Veremos.
Indudablemente las medidas que se están tomando para contener la inflación no son suficientes o son equivocadas. Si hay rebote de la economía en este año, como consecuencia de una parcial recuperación privada luego de una brusca caída, no será producto de la política económica que carece de plan y aleja las inversiones.
Argentina tiene una larga historia de inestabilidad política y económica y tiene que afrontar una nueva crisis. Reactivar la economía no será fácil para Fernández, ya que internamente le solicitan un mayor gasto social, mientras que los inversores desean reglas claras, menos impuestos y observan muy de cerca las negociaciones de las deudas.
Política y elecciones
Este año nuevamente vamos a las urnas, y ya observamos a los políticos en “modo campaña”, paseando por los centros de veraneos sin saber quién les financia el “no trabajar”. Si son funcionarios, ya sabemos, nosotros.
Cualquier medida que tome el gobierno será previamente evaluada electoralmente. Si es demagógica, pasará, si es buena para el futuro del país pero mala para la campaña, quedará para ser evaluada más adelante, o nunca más. De esta forma se gobierna en Argentina, de esta forma se hace política, siempre para las próximas elecciones, jamás para las próximas generaciones.
Conclusión
Nuestra decadencia política, social y económica nos ha llevado también a un proceso de ensimismamiento donde observamos que en pleno siglo XXI no hemos aún resuelto temas capitales.
Estamos aislados del mundo. Somos, literalmente, ignorados. A nadie interesamos más que para emitir un lamento o una pregunta de cómo un país como el nuestro está en crisis permanente. Las inversiones están muy lejos de Argentina, el centro hoy está en Asia, donde el Pacífico se encuentra con el Indico. Allí irán las inversiones mundiales, no a Latinoamérica, y mucho menos a un país que las expulsa.
Mientras tanto nuestros dirigentes se focalizan exclusivamente en sus rencillas internas, mínimas y mediocres, en lugar de analizar que nos plantea el mundo, que nos plantea la globalización o la cuarta revolución industrial. Estamos perdiendo el tiempo y la energía sin observar los desafíos que nos presenta el crecimiento y el desarrollo en un mundo globalizado y cada vez más complejo.
De una vez por todas debemos reconocer que hemos dejado la política a mediocres, que funcionan con criterios de lealtad en vez de objetivos políticos, valores, creencias y capacidades. Nuestro nivel de funcionarios y legisladores es preocupante, funesto, y es de temer que ante los problemas que tiene enfrentar el país debamos afrontarlos con estos líderes.
Ahora, ni la esperanza ni el optimismo deben cegarnos la realidad, pues no podemos permitir que nos impidan examinar correctamente lo que hicieron, analizar el presente y trabajar sobre el futuro de nuestro país. Con esperanza y optimismo, el 2021 también depende de nosotros.
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