La opinión pública y las elecciones
Por Ricardo J. Cornaglia
La opinión pública es un concepto que cobra vigor a la luz del iluminismo. Cargado de racionalismo y clave para entender el gobierno democrático y republicano, adoptado en la era de la modernidad, a partir de la idea de la representación del pueblo, como base de la legitimidad del poder.
Es un concepto difuso, reclamante de precisiones, clave para entender el poder, que en la actual era de la revolución informática, determina la naturaleza de los más elementales derechos humanos.
Un sistema de representación se legitima cuando la opinión pública le da sentido. La sociedad tiene destino si cobra conocimiento y éste como respublicae no puede ser apropiado por los particulares o los gobiernos. Es de todos y conduce a la verdad, como ingrediente ineludible de lo justo.
La libertad de información y prensa se impone por lo ya expuesto.
Los gobiernos, partidos políticos, asociaciones intermedias que con soberbia ignoran la opinión pública, hacen gala de la ignorancia y nada es más peligroso para todos que un ignorante con poder.
A la mentira pública se la combate con opinión, a la ignorancia con la educación que siempre lleva años para alcanzar sentido.
Cuando se construye opinión pública a partir de la mendacidad, o se la ignora haciendo gala de la burla del conocimiento general, tarde o temprano será necesario amigarse con la realidad disimulada por el engaño.
Los gobiernos de cualquier signo o partido, que creyéndose iluminados, desafiantes, creen que la opinión pública se puede manipular para ajustarlos a sus intereses, persiguen a los formadores de opinión. A quienes exhiben su versión de la verdad, para que otros luego de constatar ella con la realidad, la hagan suya.
Dos cientìficos de las ciencias sociales, Gino Germani , desde la sociología y Carlos Cossio, desde la filosofía del derecho, en los años 50 y 60 del siglo pasado, indagaron sobre la opinión pública, inquietos por la manipulación de la misma desde el poder, considerando a partir de esa problemática el futuro de la democracia argentina. En esta revista facilitamos una investigación sobre el tema y el quehacer de esos científicos, que practicó Victoria Haidar, que se nos ocurre una recapitulación necesaria para poder entender una cuestión política esencial , que la hora actual acentúa en su gravedad.(1)
Esta revista se puso al servicio de la abogacía para servir al fin de construir opinión pública.
La abogacía es un grupo social, formador de opinión pública, que operando como tal trata de orientar a los gobiernos y los factores de poder desde su pericia en el saber jurídico. Es una categoría social que en la división del trabajo, le toca la difícil labor de construir en los complejos conflictos sociales donde hombres, sus asociaciones, clases y gobiernos de toda índole, dirimen sus diferencias.
Cuando la abogacía se expresa por medio de sus gremios, asociaciones de todo tipo, facultades, academias y congresos, se dirige a la sociedad para construir opinión pública. La libertad que ejerce al respecto es una conquista que ha cobrado sacrificios, torturas y vidas. Ha pagado un alto precio por los honores y funciones ejercidas y tiene en la democracia argentina la carga de ser responsable en gran medida de su debilidad actual. Esa debilidad solo se supera con más democracia y respeto a las instituciones.
Entre esas instituciones, es fundamental fortalecer el rol de los partidos políticos, que ante la opinión pública, restan mucho de estar a la altura de la crisis socio-económica, sanitaria y educacional que exhibimos.
Cuando la democracia cumple sus fines, los partidos políticos en el modelo de Estados Sociales y Constitucionales de Derecho, son los principales responsables de la gestión. Son objeto de todo tipo de encuestas receptoras de opinión, pero hay una encuesta por excelencia de esa opinión y se expresa en la soledad del cuarto oscuro y en el resultado comicial.
Las elecciones celebradas en este mes de septiembre del 2021, fueron pues una encuesta de opinión pública que cobra sentido en cuanto acercamiento a la realidad y reformulación de los alicaídos partidos políticos. Una encuesta preparativa, para construir cuadros de gobernantes, que cumplan programas claros exhibidos ante el pueblo, en forma responsable y sin entregarse a la demagogia.
Pone a prueba a los partidos, que se fortalecen en la medida que aceptan con lealtad y usan a la encuesta vinculante y hacia lo interno de sus existencias orgánicas, se nutren de la compulsa en el ejercicio mismo de la democracia.
Poco con humildad se hizo en esta oportunidad y quedó en claro que algunos descreen de los partidos y apuestan a los movimientos, con la excusa de la revolución a la vuelta de la esquina.
Los abogados que como Belgrano, Moreno, Castelli y Monteagudo, construyeron una república democrática y encontraron un San Martín que contra vientos y mareas, inspirado en ellos, saliera a sembrar semillas de libertad por los pueblos sojuzgados de la Patria Grande.
El culto a la revolución, como todos los cultos, está sujeto a la medida del racionalismo al que apostaron esos revolucionarios. El milagro de las revoluciones políticas y sociales es un hecho extraordinario, del que la historia es más cautelosa que la religión.
En la democracia adulta, el movimientismo revolucionario compite y vilipendia a los partidos políticos, por conservadores y reformistas y pocas veces, esas prácticas han servido a la construcción y muchas veces a la destrucción y envilecimiento de las instituciones representativas. Su oportunismo los llevó incluso a ser colaboracionista de dictaduras militares que los usaron a su antojo y los sacrificaron brutalmente como chivo expiatorio. Mantienen demasiados vínculos con la esperanza milagrosa. Pero al menos conservan utopìas, en cambio otros reaccionarios movimientos políticos gastaron sus energías en el “que se vayan todos”, que termina en que vuelvan los que difícilmente tendrían retorno. Porque en política el improvisar cuesta caro. La crítica debe ser dialéctica para construir. Los dilemas sólo vienen acompañados del llanto.
Tras el sueño modesto y ramplón de la reforma, debemos trasegar la mayoría de los abogados, por cuanto por oficio, nos acercamos a la verdad teniendo en cuenta a la opinión pública.
(1) Ver: “Reconstruyendo el pensamiento latinoamericano acerca de la democracia: los aportes de Gino Germani y de Carlos Cossio a los debates acerca de la opinión pública”. Victoria Haidar. Investigadora adjunta del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Centro de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad Nacional del Litoral, Argentina.
POSTData 23, Nº1, Abr./2018-Sep./2018, ISSN 1515-209X, (págs. 83-120).