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Editorial
La crisis de la partidocracia
Por Ricardo J. Cornaglia.

El sistema de partidos políticos es inherente al proyecto del Estado Social y Constitucional de Derecho. Es un sistema democrático necesario, pero lábil. Propenso a degenerar a partir del populismo y la demagogia.
La crisis en los partidos políticos, por falta de idoneidad en los mismos, es una forma de corrupción del sistema constitucional. Debilita el acuerdo social básico. Es notoria en Argentina, pero también se advierte en muchas de las naciones que forman parte de la civilización a que pertenecemos, heredera de la cultura grecorromana, que prohijó el constitucionalismo en el que el valor de la libertad se garantiza a partir de mecanismos de representación del pueblo.
Los pueblos dependen cultural y económicamente de la calidad del accionar de los partidos. De la calidad con que superan las diferencias, en función de políticas de Estado, asumidas por todos.
La crisis democrática se supera a partir de partidos políticos capaces de luchar contra la corrupción del sistema. Es decir. haciendo de los partidos instituciones sanas, confiables para la sociedad, capaces y eficientes.
Un partido político que no tiene capacidad de autocrítica, construyendo en la medida que asume las consecuencias de sus yerros, hace de ellos una peligrosa adicción. Tanto en el partido de gobierno, como en los de oposición.
Toda forma de representación, puede ser falseada. Y un partido político, se constituye como una auténtica forma de representación popular de mayorías y minorías, en sociedades en las que nadie es dueño de la verdad y muchas veces ella se disfraza y hace elusiva. Especialmente para quienes no tienen el valor de enfrentar los costos que implica desenmascararla.
El fraude eleccionario, es una de las formas primarias, en que se revela la debilidad del sistema de partidos. Es más común de lo que se cree y no se ejerce sólo en el cuarto oscuro.
Una de las peores formas del fraude, está en el descarado incumplimiento de la promesa formulada en los programas y discursos proselitistas. La relativización o burla de la palabra empeñada.
Ello ha llevado al descrédito de amplios sectores de la sociedad en los valores de la democracia y el rol de los partidos en su efectivo ejercicio conformando gobiernos idóneos.
Sobre ese terreno fértil, trabajan quienes no guardan compromiso alguno con la Constitución y el régimen de partidos.
El que esto escribe, como legislador hace ya casi cuatro décadas defendió el proyecto de ley del Poder Ejecutivo, que terminó siendo sancionado como la Ley 23.928, el 30 de septiembre de 1985.
Fue un proyecto aprobado por todos los bloques de legisladores con representación en el Congreso de la Nación. Un ejemplo de consagración de una política de Estado.
Presenté el informe de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados y fui designado informante del bloque de la mayoría.
Ese informe parlamentario, improvisado en el recinto, golpea mi conciencia como el amargo requerimiento de la deuda contraída e impaga.
Sostuve al finalizar la defensa del despacho de comisiones, en el recinto de la Cámara, al presentar el informe y defender el Proyecto:
“Cuando aún no están apagados de una sociedad a la que se deformó culturalmente, para justificar lo injustificable de la dictadura. Cuando aún se siente entre el pueblo, el viborear del pensamiento autocrático, reptar proclamando aquello de que la representación del pueblo no sirve, y de que los partidos políticos solo son inútiles o venales, es  bueno recordar que estamos construyendo tras una época en que la inicial persecución a la acción política, terminó transformándose en persecución a los sindicatos, a los grupos de marginados sociales, a las asociaciones de defensa de los desposeídos y en fin en persecución total, ya que todas las clases, una más que otras, sintieron el flagelo de la tortura, la desaparición infame o el terror.
“En esta hora de reconstrucción, sabemos que el sistema democrático, no puede existir sin partidos políticos, pero que puede malograrse por malos partidos políticos.
“Modestamente creemos, que el proyecto del ejecutivo con la reformas y agregados que propondrá la Comisión en la discusión en particular, servirá al fin de la democratización social de Argentina.
“Permítase una reflexión final, casi íntima y personal. Decía ese moderno constitucionalista social alemán, Max Weber, que las cualidades más un importante de un político son: la pasión, al servicio de una causa, el sentido de la responsabilidad -para orientar correctamente la acción- y la mesura, que con realismo, sin perder recogimiento, ni tranquilidad, coloca al político en la medida justa de la distancia con las cosas, los hombres y sus intereses.
“Y también este estadista precisaba: “no hay más que dos pecados mortales en el terreno de la política: la ausencia de finalidades objetivas y la falta de responsabilidad. La vanidad, la necesidad de aparecer siempre que sea posible en el primer plano, es la que más lleva al político a cometer uno de esos pecados o los dos a la vez”.
“Esta ley no puede resolver todos los problemas de la acción política. Pero sí servirá para responsablemente, encauzar la pasión política  -de la lucha por una causa-, con la mesura que necesita la sociedad argentina en el presente. Su sabiduría se podrá medir en décadas, cuando de la semilla que hay plantamos se afiancen conforme a su alto cometido los partidos políticos que se merece el pueblo argentino.”
Dos años más tarde de sancionada la ley de Partidos Políticos 23.928,  en el año 1987, presentamos con el diputado Julio Bulacio, un maestro criollo al cual me unía la admiración y el respeto, un proyecto de ley que pretendía una reforma parcial, para instaurar el régimen de elecciones primarias abiertas, que es un antecedente de la vigente ley 26.571, sancionada recién doce años más tarde, el 2 de diciembre del 2009, (ver el adjunto en esta revista).
Tampoco las primarias abiertas, lograron la vigorización institucional de los partidos políticos y en las generaciones jóvenes, que no han sentido en carne propia la lucha contra las dictaduras, el descreimiento en cuanto a la democracia de partidos, se propaga en forma alarmante.
En política, la crítica sólo cobra sentido a partir de la dialéctica, cuando es capaz de la síntesis superadora. A falta de propuestas poco vale llorar sobre la leche derramada.
Ese llanto sirve de excusa para prohijar demagogos. Que el llanto que va implícito en este escrito, sirva para que en la campaña que se viene, la ciudadanía conozca plataformas y genere cuadros honestos y hábiles, ampliando la representación participativa de la ciudadanía, con hombres probados en la multifacética acción social, promoviendo y sabiendo que los tiempos de la República no son los de los hombres.

ADJUNTO CITADO. INICIATIVA DE PRIMARIAS ABIERTAS DEL AÑO 1987.
Se transcribe la iniciativa citada como adjunto, antecedente del régimen de elecciones primarias abiertas, publicado en el Boltetín de Trámite Parlamentario No. 138, del 9 de diciembre de 1987, de la Cámara de Diputados de la Nación. (Clic en la imágen para ampliar)
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